martes, 23 de septiembre de 2014

Me he mudado.

Aquí.

domingo, 5 de enero de 2014

Queridos Reyes Magos

9 comentaron

Queridos Reyes Magos:

Hace cinco años que no les escribo una carta. He releído las antiguas: la gente a la que nombro sigue estando ahí. Me asombra eso, muchas veces: me produce admiración la forma en la que se construyen las relaciones y que haya relaciones con las que no pueden los kilómetros, la ausencia de cafés y de miradas y ni siquiera el hecho de no habernos visto nunca. 


El año pasado reuní a la manada, porque la persona que mejor me conoce y me sabe me ordenó que tenía que cruzar a un sitio donde hubiera prados mejores. Mi manada es muy grande. Lo primero que les pido a ustedes es que sigan estando ahí. Como siempre.

Lo segundo es saber cruzar. Saber qué siento y por qué y cómo puedo cambiarlo. No asustarme. Repetirme ese mantra que me enseñó Neno y que escribió creo que Yourcenar: No tengo miedo. No tengo miedo de las cosas. No tengo miedo de ninguna de las cosas. Neno ya no está: le quise como a nadie. Neno ya no está, pero, si me pienso, descubro cuánto de mí, cuánto de lo que en mí hay ahora, le debo a él. Cuánta conciencia, cuánto libro, cuánta palabra y cuánta expresión que sigo usando con una sonrisa en los labios cuando le recuerdo y con algo de pena también. Supongo que también debería pedirles eso: que, cuando la gente se vaya, tenga algún modo de quedarse al final. 

Aceptar los momentos. Eso también. Saber aceptar los momentos sin deformarlos: eso es importante.  No dañar, ni hacerme daño. No esperar. Satisfacer los compromisos y las promesas. Abandonar la inconstancia. Aprender a contar delante de otra persona para que los cambios vayan viniendo por inercia y sin más violencia que la necesaria. Y recordar, sobre todo en los morrazos, que yo me río mucho, siempre me he reído mucho, y que hace exactamente 29 años decidí algo que a veces me cuesta demasiado cumplir.


viernes, 3 de enero de 2014

2014

6 comentaron

Como los años comienzan cuando quieren, este nuevo año mío comenzó en un despacho, a las seis y diez de la tarde del día 30 de diciembre de 2013. Hablando con una desconocida que se despidió diciendo: "Vas a hacer tu vida bonita para ti". 



Ese es mi propósito principal de año nuevo. Hacer mi vida bonita. Hay ciertas partes que no lo son, que son muy feas o que no me gustan aunque no sean feas del todo. Necesito volver a escribir y a escribirme, contar alguna historia a alguien que no sea yo (creer que puedo contarle una historia a alguien que no sea yo), hacer ejercicio, retomar la dieta, cumplir un horario en mi tiempo libre hasta llenar los minutos, recuperar la poesía y la lectura, estudiar arte, leer en inglés algún libro de Twain que compré hace siglos en Nueva York, cocinar, hacer fotos, aprender, obligarme, obligarme y obligarme. Y cuidar a los amigos. Más. Porque sé quiénes son y cómo están, de qué manera contundente están conmigo: incluso aquellos a los que no veo tanto como quisiera porque no separan 12000 o 900 kilómetros.

No sé cómo acabará siendo el año. Sí sé, porque lo sé, que va a ser un proceso largo y doloroso y también estimulante y de reencuentro, que hace mucho que no me analizo y no me trabajo ("no juzgarías a otra persona tan duramente de estar en tu lugar": me lo dijo Nerea hace ya tantos siglos), que hace aún más que no me narro lo que no quiero saber y que no uso la escritura de la forma en que me era útil: como descubrimiento.

Feliz año nuevo. Que sea bonito.