jueves, 11 de julio de 2013

Fuegos

Jero Morales

Qué aburrido hubiera sido ser feliz.

Qué aburrido hubiera sido ser feliz y que el dolor no hubiera creado nada.

No resulta fácil transformar un espacio de tres mil butacas en un lugar íntimo y pequeñito. Ni que se te olvide que ahí, sobre el escenario, están Ana Torrent -soy Ana, soy Ana-, Cayetana Guillén Cuervo, Carmen Machi, Nathalie Poza y veas, realmente, a María Magdalena, a Marguerite Yourcenar, a Clitemnestra, a Safo de Lesbos. Ni que, de nuevo, como en tres o cuatro obras solamente antes de esta, hayas tenido la necesidad, la necesidad real, de dar las gracias a todos y cada uno de los miembros del equipo: desde el iluminador hasta los técnicos, desde el director -José María Pou-, hasta la productora.

Nosotros podemos hacer esas cosas, después.

A mí se me olvidó respirar.

Jero Morales

Me daba cuenta luego, cuando era consciente de que me estaba quedando sin aire. Vi a María, la de Magdala, contenta y virgen como una niña chica, esperando su noche de bodas con Juan, el discípulo amado al que le repugnaban las mujeres y que la abandona para que ella caiga en brazos de otros hombres porque a veces el adulterio es otra forma de amor y porque, a veces también, pasas el tiempo acostándote siempre con la misma persona, aunque nunca estés con ella en una cama.

Yo no sabía que otro había amado a Juan antes de que yo lo amara, antes de que él me amara a mí. Yo no sabía que Dios era el remedio que buscan los solitarios.

Jero Morales

Hemos escuchado muchas veces a Clitemnestra, allí. No: no la hemos escuchado a ella. Hemos visto lo que hacía, solamente. La mujer vengativa que mata a su marido porque él llega con otra, casi una niña, y porque él ha matado a su hija, a la hija de ambos, para ganar un botín de guerra.

Nunca se había puesto delante de mí para contarme su historia.

Las mujeres siempre somos malas.

Dejar de ser amada es convertirse en invisible.

Pero yo quería obligarlo a mirarme de frente por lo menos al morir: por eso lo iba a matar, para que se diera cuenta de que yo no era una cosa sin importancia que se puede dejar o ceder al primero que llega.

Jero Morales
Safo quiere volar para morir. Es acróbata, como en otros tiempos fue poetisa, pues la índole especial de sus pulmones le obliga a escoger un oficio que pueda ejercerse entre la tierra y el cielo. Recorre los puertos para buscar a Attys. Pero encuentra a un hombre: qué error tan grande creer que había un hombre joven.

El desamor.

La creación. El trabajo de construir a un personaje que no sea, nunca, tan limitado como tú eres. Hacerlo caminar y controlarlo, para que te enseñe las cosas de las que eres capaz. Para que, escuchando, yo me acuerde de las noches de frío. De las veces que abandoné o me abandonaron. De la forma de reaccionar. De si el dolor te hace crecer o es únicamente dolor.

De por qué solo escribo cuando tengo que explicarme.

4 comentaron:

Suntzu dijo...

Llevaba mucho sin escribir por aquí, pero no he podido resistirme. Qué buena entrada, Olga. Eso mismo es lo que siento y pienso cada vez que releo el libro. Y es cierto: quienes banalizan este libro (y nunca he dicho algo así) no tienen ni puta idea de literatura.

Un abrazo,

Suntzu.

Los viajes que no hice dijo...

Ay, que has escrito en la de Fuegos y al principio no sabía qué querías decir... Tolkien es mucho Tolkien. En mi Facebook está el enlace de la entrevista. Un beso, cariño.

Isabel Sira dijo...

Niñaaaa,avísame de estas obras y me voy a verlaaaaaa, Jo me han entrado unas ganas!!!

Los viajes que no hice dijo...

Es que yo no sé si me van a gustar hasta que no las veo...