jueves, 28 de octubre de 2010

De tabernas y de series

Debería poderse fumar una un cigarro en este lugar. Estoy en la White Horse Tavern, donde Dylan Thomas se tomó algún whisky de más que le hizo despedirse de este mundo al día siguiente. En la tele, el tenis. En el techo, lámparas con caballos. Un reloj de péndulo, más caballos blancos y parroquianos mayores de tertulia. Salvo los camareros, soy la única mujer.

White Horse.

Greenwich Village es un barrio muy literario y me gusta por eso. He visto varias librerías diferentes, alguna biblioteca pública hermosa y edificios memorables.

Aquí se rodó Sola en la oscuridad.

Y aquí se rodaba El show de Bill Cosby.

El camino me lleva a 66 Perry Street, la casa en la que vivía Carrie Bradshaw. Soy una fan confesa de Sexo en Nueva York. Supongo que, en los 90, una serie con cuatro amigas hablando de sexo tan abiertamente tuvo que ser todo un acontecimiento, pero yo la vi más tarde, casi quince años más tarde, y me apasionó igualmente. Desde luego, si me pongo a analizar, sí, vale, está bien: son cuatro mujeres pretendidamente independientes que se pasan (al menos tres de ellas) la serie entera buscando al hombre perfecto. Al príncipe azul con el que formar una familia. Pero, a pesar de eso, me hacen mucha gracia estas cuatro mujeres, así que fotografío la puerta de la casa de Carrie Bradshaw, con su cartel correspondiente de No trespassing, como antes he fotografiado el Onieal's Pub o la Louis K. Meisel Gallery.

Casa de Carrie Bradshaw.

También le disparo al bloque de edificios de Friends: no he visto mucho la serie, así que no lo identificaría si no fuera por las tres turistas que hay haciendo lo mismo que yo al otro lado de la calle. Casi nadie camina después unos pasitos hacia adelante para encontrarse con los muy poco fotografiables (un árbol los tapa enteros) Twin Peaks, dos edificios preciosos de Clifford Daily.

Edificio de Friends.

Las Twin Peaks.

Antes he estado, también, por la orilla del Hudson para ver las Torres de Perry Street, y los almacenes destartalados de la calle Leroy, que me encantan, para dirigirme a St Luke's Place, donde, en una casa con una puerta pequeñita que no encuentro al primer vistazo, se rodó Sola en la oscuridad. Es el número 4 y en el número 10 hay una pintada: "Theo was here". Theo, el hijo mayor de Bill Cosby. Él escribió un libro delicioso y divertido sobre ser padre que yo leí hace mucho tiempo y que todavía está en mi casa. Luego, me tiro un café encima (muy rico, de Joe) y recuerdo la emoción que me produjo ver la casa de Willa Cather: allí escribió tres novelas y hacía tertulias los viernes: D. H. Lawrence era asiduo. Todos ellos pisaron estas calles: Carter, Lawrence, cummings, Wharton, Thomas y Edna St Vincent Millay, la poeta irreverente que ganó el Pulitzer con su Ballad of the Harp Weaver y que vivía en el 75 1/2 de Bedford Street, la casa más estrecha de Nueva York, que luego ocupó Cary Grant.

La casa de Edna y de Cary.

Alguien preguntó una vez si merecía la pena el Greenwich. Yo no podría elegir un barrio de Nueva York, porque viviría en cualquiera de ellos, pero no me lo perdería en una visita por nada del mundo. Es un lugar tranquilo, con pinta de barrio, los vecinos saludándose a la puerta, las flores en cada casa cuidadísimas y todos esos espacios que habitaron gentes que nos construyeron, personas a las que amo. Cuando me despedí de los camareros del Funayama, me sonrieron:

-See you again.
Yo hice una mueca triste:
-Ojalá.

7 de septiembre.