miércoles, 30 de septiembre de 2009

El tiempo

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El 29 de agosto a las cuatro de la tarde estaba en un avión y también acababa de aterrizar en Toronto. La hora de las siete de la mañana del 13 de septiembre no existe. No estuve en ningún lugar. O quizá sí. También en un avión, supongo. Dormitando. El tiempo no existe. Escribo cuando el viaje es pasado, pero se vuelve presente si reparo en mis piernas y en las plantas de mis pies y en que cuando son las doce de la noche, aquí, allí faltaba tan sólo una hora para despertarme y volver a caminar.

El tiempo no existe, descubro, pero yo no he parado de fotografiar relojes.

La foto es mía: es el reloj de la estación de trenes de Québec.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Las fotos que no hice

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Dos tipos fumadísimos sentados encima de un coche-maceta, a los que sólo cogí de espaldas y rápidamente. Un negro gordo y barbudo, camiseta verde, vaqueros, turbante, que miraba la sección de discos de música negra de Soundscapes, la mejor tienda de discos que jamás vi (a pesar de que no tuviera ópera). Una mujer que tocaba el arpa en la zona más oscura de una de las puertas del Viejo Québec. Un señor de negro y con el pelo largo, una enorme cruz al cuello, que caminaba impasible por el Petit Champlain ajeno a las miradas. Los muchos mendigos y colgados que vimos en Toronto en diez minutos. La mirada de Jacques, que había configurado mal su cámara y que suspiró de alivio cuando se la arreglé. Los religiosos de la calle Yonge, repartiendo folletos sobre el Islam, el Cristianismo o la Cienciología. Una pelea, jugando, entre un león y una leona. La guerra sin cuartel de una mujer con un moño imposible, la mirada concentrada y un matamoscas azul de plástico en la mano... en aquel bar de mala muerte de Tadoussac en el que escuchamos a Luther Allison y Bob Dylan.

Tampoco capté, porque no supe (ni sé y espero que el futuro se me conceda), el espíritu de las calles de Kensington Market. Pero el resto de las fotos del barrio que vi tampoco lo hacían, porque no pueden transmitir los olores, ni la sensación de asombro, ni el caos controlado.

"Éste tiene una foto", decíamos. Pero no la hacíamos nunca: por pudor, la mayoría de las veces, sobre todo a los mendigos (me tiré cuatro años relacionándome con yonkis, prostitutas, traficantes y borrachos, en la calle: tengo ciertas ideas sobre ellos y las fotos, o sobre las fotos y ellos). En otras ocasiones, preferí mirar. O perdí el momento, o no tenía puesto el objetivo correcto, o la luz estaba de frente del todo, o el sujeto estaba demasiado lejos.

La imagen que más me gusta está movida. Mejor disparar que no tenerla, me dije. Es un niño, admirado ante un músico callejero de los muchos que había por Québec, bien entrada la noche. Tengo 2209 fotos más, muchas de ellas hasta bien enfocadas y todo, pero ninguna me transmite lo que ésa.

Supongo, de todos modos, que, cuando aprenda a hacer fotos, tendré que ir allá de nuevo.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Autoridad docente

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Maravilloso, le he dicho. Ybris es profesor, jubilado. Escribe maravillosamente bien y yo le sigo, muchas veces en silencio.

Pero hoy enlazo un artículo suyo para que lo lean los muchos amigos profesores que tengo por aquí. Se puede decir más alto, pero no más claro. Habla de la autoridad docente, desde la perspectiva de quien ha pasado más de 33 años dando clases. Se puede leer pinchando aquí.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Única

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Yo, que ando estos días echando de menos a gente que se fue y añorando a un niño al que ni veré nacer ni le compraré regalos (qué mal se me da olvidar: qué mal), recibo un correo y recupero la sonrisa. Me devuelve a los 17, al tiempo que hemos pasado juntas sin estar juntas más que a ratos y se despide: "Te quiero. Menos mal que hay cosas que no cambian".

Tú sí que eres única.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Alfredo Kraus. Diez años

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Con cierta gente pasa lo mismo que con los equipos de fútbol. Creces con ellos, son de la familia. Hoy hace diez años que murió Alfredo Kraus. Yo estaba en Melilla por aquellos entonces y llamé a mi padre para darle el pésame: él lo escuchaba. Era viernes. Estaría de vacaciones, porque era por la mañana. "Ay, entonces ya lo sabes", le dije. Pero no, no lo sabía. Su voz, la de mi padre, sale en uno de los vídeos oficiales que grabó Kraus. Grita: "¡El más grande!".

Y yo también lo creo. Cuando esto se publique, yo estaré de vacaciones en Canadá y tampoco tengo mucha esperanza de que en este país de mierda se lo homenajee como se merece. Pero yo sí. He dicho. Este es mi tema favorito, que es el de los Cuentos de Hoffman (el Va pour Kleinzach):



Y éste va por Sonia, porque sé que le gusta: