lunes, 29 de junio de 2009

Michael Jackson

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Fui fan de Michael Jackson antes de comprarme todos los discos de Tracy Chapman y de Jimi Hendrix y de los Beatles. Fui fan de Michael Jackson antes que de nadie. No me quedó otra, de todos modos. Mi hermano Nacho puso, durante años, una cinta de cassette (el disco de Bad) hasta que se rayó. Y llegó Thriller. Y llegó Off the Wall. Por ese orden. Y llegó también la música de los Jackson Five. Y la mejor versión de Who's Loving You que he oído jamás y que me perdone Terence Trent D'Arby. Y un vídeo casero con un muchacho cantando, cuando era muy pequeño, y diciendo que a Jackie Wilson había que enfocarlo con todas las luces cuando bailaba y que él quería conseguir eso.

Lo consiguió.

Es el único cantante del que reconozco los temas al primer acorde. Gracias a él escuché por primera vez clásicos como I'll be there o Ain't no sunshine. Y supe quiénes eran Bruce Springsteen y Cindy Lauper y James Brown. Y qué era el Teatro Apollo. Recuerdo a mi hermano cantando With a Child's Heart una mañana de sábado de hace años. Y recuerdo el justo momento en que mis padres compraron el vinilo de Usa for Africa. Y lo que simbolizaban unos guantes blancos, unos calcetines blancos y unas tiritas en los dedos. Y la de veces que escuché She's out of my life. Y a mi primo Popi pinchando por las mañanas cuando se levantaba Man in the mirror, porque si uno quiere cambiar el mundo tiene que empezar por la persona que le mira en el espejo. Eso fue este hombre. La boca abierta cuando lo veía bailar, algunas lágrimas con ciertas canciones, el acercamiento al hard-rock que luego me gustó tanto, una voz infantil, una emoción.

Y el resto de lo que se cuenta de él, a mí me da exactamente igual.

viernes, 26 de junio de 2009

Jacko

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Qué quieren. Yo era fan.

Pero hoy sigue siendo mi cumpleaños. Miren la entrada siguiente y felicítenme, carallo, que 33 no se cumplen todos los días.

33

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Hoy cumplo 33 y me voy de vacaciones, con una cámara, un trípode (gracias, JLAtance, y a ver si actualizamos la galería), dos objetivos y varias tarjetas de memoria. También me voy con ganas.

No hago balance en los cumpleaños. Intento hacerlos en diciembre, pero tampoco me salen las cuentas: recibo mucho y tengo mucha suerte. Nunca pensé en cómo iba a transcurrir mi vida y en qué iba a estar haciendo en según qué decadas y, de todos modos, la experiencia me ha demostrado que, en mi caso, es mejor no hacer planes, porque se me desbaratan.

Llego a los 33 habiendo aprendido a mirar lo externo, con un nuevo círculo social ampliado y con la misma capacidad de asombro. Ahora sí hay proyectos: decidir una ruta, mirar hoteles en pueblos canadienses, disfrutar de los días y las novedades. Sin prisas. Sin agobios. Con serenidad. Llego, también, con una cabeza en la que caben todos los esquemas y todas las posibilidades y eso, que antes hubiera sido un signo de incoherencia, es lo que lo está volviendo todo tan divertido.

Me sigue gustando mucho todo esto.

Imagen de Diario del Viajero. Desconozco el autor.

lunes, 22 de junio de 2009

Ninguna imagen buena

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Leo, leo, leo. Me fijo. He visto más fotografías en dos meses que en toda mi vida anterior y eso que, antes de que me diera por comprarme la cámara, me fui a Madrid a ver Ocultos, con fotos de Man Ray, Salgado, Lucien Clergue, Cartier-Bresson y Mapplethorpe; Vidas Minadas, de Gervasio Sánchez; las fotos de guerra de Don McCullin: tengo los catálogos en casa. Y Luis Ramón Marín. Y Edward Steichen. Fui a Madrid sólo para ver a Steichen (por cierto, a ver cuándo aprenden a iluminar fotografías con cristales en los museos).

Es lo único que hago ahora: aprendo qué es la proporción áurea, olvidada en mis apuntes de Historia del Arte del instituto; aprendo qué marca que un objetivo tenga más luminosidad; me fijo en el color del cielo y de los edificios y veo belleza en todas las ciudades. No sé encuadrar esa belleza, ni acotarla aún, ni quitarle lo que sobra, ni valorar qué revelado o qué procesado podría quedar mejor. Intento trabajar en Photoshop sin conseguirlo (hay quien es capaz de quitar a los turistas o de pintarle un nervio a una hoja o de darle luz a la mirada y a nada más). Tengo tantos datos en la cabeza que me mareo y ni siquiera sé para qué demonios sirve el filtro de paso alto ni cómo hacer un balance de blancos en condiciones.

Y, cuanto más leo y más aprendo, más cuenta me doy de que en Gerona, a donde me voy en pocos días, o en Canadá, donde parto en dos meses y poco, no voy a sacar ninguna imagen medianamente digna, a no ser que me suene la flauta por casualidad como al burro de la fábula.

Definitivamente, en la ignorancia yo era más feliz.

La foto es de Man Ray.

viernes, 19 de junio de 2009

Vicente Ferrer

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Creo que la mente de muchos ha viajado hoy a la India. O su corazón.

Imagen de César Lucadamo recogida de la página de la Fundación Vicente Ferrer.

jueves, 18 de junio de 2009

Tom Sawyer

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En mi mente, Tom Sawyer tiene la pinta de los dibujos animados de mi infancia. Huck también. El sábado pasado, ese niño ocurrente volvió a salvarme. Me enseñó, de nuevo, que cierto tipo de lenguaje hace que las palabras no signifiquen nada y que lo que más quieres es lo que más cuesta conseguir porque somos así de estúpidos. Ahora recuerdo una charla, hablando sobre los escritores que te cambian la vida. Yo nombré a Dumas. "¡Dumas, no! ¡Dumas te entretiene!". Supongo que Mark Twain está en el mismo saco. Y Rafael Sabatini. Y Stevenson.

Me hace gracia esa división. Literatura entretenida, literatura elevada. Porque acabas pensando: "Dios, Twain es un clásico. Como Kafka. Algo tendrá. ¿O seré yo? ¿Estoy infantil, yo? ¿Es Twain peor que Kafka?" Y aún más: "¿Le pasa esto a Twain porque es americano o porque cometió la audacia de hablar de niños?".

No he releído Príncipe y Mendigo desde antes de la adolescencia, pero podría contar la historia entera y alguna anécdota, como la del sello real que servía para cascar las nueces. También he leído algún best seller. Los pilares de la tierra (menudo coñazo). El alquimista (horroroso). La sombra del viento, que me enganchó y me lo bebí (está hecho para eso). Todos se han ido. Ni recuerdo la trama, ni los personajes siquiera. Otros permanecen. Huckleberry Finn. Tom Sawyer. Athos. Aslan. Edmundo d'Antés. La Pimpinela Escarlata. Scaramouche.

También se quedan otros. Gregor Samsa. Sidney Carton. Los poemas de Juana Inés de la Cruz y de San Juan de la Cruz y de Quevedo. Las reflexiones literarias de Virginia Woolf. El Lazarillo de Tormes (¿eso es de aventuras, también?). Atticus Finch.

Me entretienen, todos. Toda la literatura que leo es literatura de entretenimiento. Ensayos incluidos. Si no me entretiene un libro, lo cierro. Y sí: Dumas te cambia la vida y Tom Sawyer te la salva un sábado cualquiera de un mes de junio.