miércoles, 31 de diciembre de 2008

Aquí Strauss, aquí unos amigos

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Y aquí el señor Karajan, of course...

Feliz Año Nuevo.

(Sí, otra vez).

martes, 30 de diciembre de 2008

Grupos

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Dejé de tener grupos hace mucho tiempo. En la Facultad éramos treinta o treintaypico y salíamos juntos, pero yo tenía relaciones individuales (hechas a base de cafés y confidencias) con cada uno. Una vez leí que los amigos se crean cuando se comparte un secreto. En eso yo lo tengo fácil: hay dos o tres hechos que le he confesado a muy poca gente y que me marcan la medida. Y, además, ya no los cuento porque me cansé de oírme. Los que llegaron después se los perdieron y, la verdad, tampoco hace falta que los sepan. La última vez que los conté estaba en Valencia de Alcántara: eran las siete de la mañana y hablaba con un hombre con quien soñé hace dos días, llena de añoranza. Se llama Javi y le echo de menos.


Javi fue el último daño colateral de eso que yo llamo relaciones grupales y que odio. No sé qué las sustenta: debería preguntarle a Kois, que es sociólogo, y me lo apunto aquí para que no se me olvide. No sé qué las sustenta pero me temo que es un mucho de celos, otro poco de mala leche y un sinnúmero de malentendidos malintencionados, por no hablar de la falta de coherencia, hondura y lealtad de quienes rajan. La incapacidad de pensar que somos individuos con nuestras afinidades electivas, de callarse la boca o de defender a alguien, cierta inseguridad si se está solo y un punto de autoafirmación en determinados momentos. De aquellos tiempos lamento el miedo. Javi fue el último daño colateral de eso que yo llamo relaciones grupales y, desde ese momento, no he vuelto a tener un grupo más. No me gustan y no los quiero.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Feliz Año Nuevo

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Mis años siempre comenzaban en otoño. Hasta marzo, poco más o menos -menos desde que comencé a trabajar, por aquello de que en mi oficio hay que saber siempre el día en el que escribes, por si lo tienes que hacer para el mañana-, me liaba y decía siempre que estábamos en el año anterior. Cuando me había acostumbrado, casi tenía que tomar las uvas. Después comencé a contar mis años por ciudades y luego me estanqué, de tal modo que siempre digo que conocí, por ejemplo, a Sonia y a Pupe hace un sexenio cuando ya ha pasado casi una década. Pronto comenzaré a no saber mi edad, aunque seguro que, por ahí, alguien me la recuerda un día.

Este año ha sido, también más o menos, como todos. Eso iba a escribir, pero luego me he dado cuenta de que mentía. Se me ha muerto alguna gente, he sentido alguna añoranza por alguien a quien le pedí que se fuera (si es que tengo una boquita...) y hubo algún percance laboral del que procuro no acordarme porque no tiene la más mímima importancia.

Pero también perdí la mitad de los kilos que me sobran (en fin: la mitad menos los que habré puesto durante estos días plenos de comidas y bombones), conocí a varias personas interesantes, Madrid y Sevilla estuvieron ahí como una promesa cierta, tuve un día inmensamente feliz, comencé a vivir sola (que ha sido lo mejor que me ha ocurrido en mucho tiempo: esa sensación de llegar a casa y saber que es tu espacio y la sensación, también, de que es un espacio compartido en el que siempre habrá quien se autoinvite al menos una vez por semana) y mi vida social ha sido muy activa y... Y fui de boda, carajo, y ahora tomo los mejores cafés del mundo.

Y, además, supongo que habré llorado, pero no lo recuerdo.

Así que pido lo mismo que el año pasado: Virgencita, que me quede como estoy.

Feliz año nuevo a todos.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

A mí sí me gusta

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No es un villancico, pero...
Me ha gustado la iniciativa. Músicos de todas partes del mundo cantando esta canción. Que, además, es una de mis favoritas.

Últimamente África me llama. Y otras muchas partes, pero sobre todo África. He acabado el año siendo vicepresidenta de una ONG que se pondrá a trabajar "en serio" una vez pasen las fechas navideñas; he aprendido a despreocuparme por lo que no puedo cambiar; he aprendido a controlar ciertos aspectos de mi carácter (algo que le debo a un hombre maravilloso que se llama Luis y al que nunca se lo podré agradecer lo suficiente, porque él va a pensar que no hizo nada cuando lo hizo todo); se me ha muerto alguna gente de la que ya escribí aquí; comencé este blog y otros dos más; he sido muy feliz, inmensamente feliz, a pesar de las épocas de sequía y de hastío, que llegan todos los años y... Bueno, se supone que este mensaje debería escribirlo el día 31, pero como supongo que estaré muy liada comprando regalos y demás, no está mal tampoco hacer balance ahora.

¿Qué vais a hacer esta Navidad... o estas fiestas del Solsticio? A mí me faltarán un hermano y una cuñada (dios, qué mal suena lo de cuñada: un hermano y una amiga que da la casualidad de que vive con él desde hace no sé cuántos años) y esta noche estaremos tres a la mesa y sacaremos el Trivial, que es un entretenimiento tradicional y divertido y descorcharemos vino, supongo, y nos relameremos con una buena zapateira... Y, además, estoy de vacaciones.

Me gusta la Navidad. Queda fatal decirlo, con lo moderno que es que no te guste la Navidad, pero a mí me gusta la Navidad.

Así que feliz lo que sea.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Esquizoide

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Hago malabares. Me pruebo un abrigo monísimo de Desigual y sueño con que mi armario se cae de ropa igual de monísima con la que yo, que he perdido los no sé cuántos kilos que me sobran junto a los tres o cuatro que pondré esta Navidad, estoy divina de la muerte para siempre y por fin. Soy ya, oficialmente y con sus papeles en regla, vicepresidenta de una ONG y cambio mi deseo de viajar a Nueva York por pasarme un mes en un hospital de Douala, Camerún. Me suscribo a la mejor revista que hay en el mercado sobre consumo responsable, pero compro alimentos que no tengo ni idea de dónde vienen porque las etiquetas son una jodienda (en el pescado ponen Atlántico Norte: pues no es grande el Atlántico) y los compro en una superficie que además es francesa pero es la que está al lado de casa. Mi huella ecológica en lo que a transporte se refiere es casi nula: he cogido un avión cinco veces en mi vida y siempre uso el transporte público o me llevan, pero tengo un ordenador y dos móviles hechos con coltan, que está provocando una guerra en el Congo horrorosa. Me informo sobre la Responsabilidad Social Corporativa en las tiendas textiles pero lo último que adquirí fue una boina hecha en China sólo Dios sabe bajo qué circunstancias.

Tengo 32 años y medio y un principio de trastorno esquizoide.

Imagen: Dualidad, de Carlos Elizagarate.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Vallecas

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Tiene un colchón de lana, una pared de láminas de madera con un póster soleado y zapatista, una estantería azul que quiere ser un pueblo de Grecia, una espiral de incienso que se trajo de Vietnam y muchos libros. También -vale, lo diremos- unos muebles lacados en rojo con un filo dorado, un suelo muy frío al que se le ven todas las pelusas, mil apuntes de arquitectura metidos en cajas, un carro de la compra destartalado para el que no encuentra sitio y la sensación de estar de paso.

Vallecas sigue siendo el centro de operaciones. Pasear por Vallecas es como estar en un pueblo desde el que se ven los mejores atardeceres de Madrid si a uno le da por subir todas las colinas del Parque de las Tetas. También es como estar en el mundo en pequeñito: mil acentos, muchos tonos de piel, mil vestimentas distintas y el deseo de aprender idiomas. Mi radio de acción es también exiguo: centro, Chueca, Vallecas, Lavapiés. Pero, de entre todos los lugares, me quedo con su casa, mi maleta en el sillón, la posibilidad de despertarla después de una noche de juerga, de arrebujarme con ella en la cama para convencerla de que ya es hora de desayunar, calentarle el agua para el café, coger una manta y un cenicero y hablar de cualquier cosa.

No te preocupes: va a ser muy divertido.

Imagen de David Fisher.