domingo, 30 de septiembre de 2007

Si supiera

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Imagen de Renmeleon.

Escribir, siempre, es escribir una carta a alguien. Aunque después no la lea. Si supiera que no la ibas a leer nunca, te diría muchas más cosas. Podría abrirme entera, dejar que te escondieras dentro de mí, mirar tus abismos, sentir vértigo. Intentaría conjurar el miedo, el tuyo y el mío, porque me quedan pendientes un café en Madrid, ver un atardecer extremeño de los que glosó Antonio López, sentarme a la orilla de un lago al Norte, ir a un concierto, mirarme contigo en una pantalla de cine (aunque ya no repongan esa película), enseñarte las ciudades que amo, presentarte a la gente que me quiere, oírte hablar, sonreír, verte trastear por una casa (fregar los platos, hacer la cama, cocinarme); que seas, realmente, el primero en sacarme a bailar; regalarte un libro, hacer un viaje, recorrerte el cuerpo.

Imagen de equusignis.

Si supiera que no la ibas a leer nunca, te hablaría de la frustración, del desengaño y de las máscaras. De mi concepto del amor, del dolor y del llanto. De lo necesario que me eres a veces, aunque no surjas ya como un ahogo. Te contaría mis planes, te lanzaría a la cara mis verdades inmutables de un segundo y sabrías, por fin, que no tengo opinión de casi nada.

De ti tampoco. Ni de ti siquiera.

¿Te podré encontrar?

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Imagen de Daniel Starrason.

Asustada de la noche, atravesando las sombras de la negrura, corro a alcanzarte.

¿Te podré encontrar?
Helen R. Fogelquist,

sábado, 29 de septiembre de 2007

Hoy sí

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Tómate una copa conmigo...
... o por mí.

Me quiere...

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... no me quiere...
... me quiere...
... no me quiere...

Bien pudiera ser

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Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...
A veces en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero, se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo esto mordiente, vencido, mutilado,
todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
Alfonsina Storni

Quiero

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Quiero ver la luna contigo.
O que la cojas y me la bajes.
Que la pongas en el centro de tu cuerpo,
para que yo pueda mirarla cuando quiera.

Estatuas

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¿Cuál es la estatua?

Canción de unas perdices que le enviaron vivas

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De estas aves su nación
es cantar con alegría
y de verlas en prisión
siento yo grave pasión,
sin sentir nadie la mía.

Ellas lloran que se vieron
sin temor de ser cautivas,
y a quien eran más esquivas
esos mismos las prendieron.

Sus nombres mi vida son,
que va perdiendo alegría,
y de verlas en prisión
siento yo grave pasión,
sin sentir nadie la mía.
Florencia Pinar.

Cid

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Cantar I: Cantar del Destierro

1.

De los sos ojos tan fuertemientre llorando
tornava la cabeça e estavalos catando.
Vio puertas abiertas e uços sin cannados,
alcandaras vazias sin pielles e sin mantos
e sin falcones e sin adtores mudados.
Sospiro Mio Çid ca mucho avie grandes cuidados.
Ffablo Mio Çid bien e tan mesurado:
«¡Grado a ti, Sennor, Padre que estas en alto!
¡Esto me an buelto mios enemigos malos!»
Alli pienssan de aguijar, alli sueltan las rriendas.


2.

A la exida de Bivar ovieron la corneja diestra
e entrando a Burgos ovieronla siniestra.
Meçio Mio Çid los ombros e engrameo la tiesta:
«¡Albriçia, Albar Ffannez, ca echados somos de tierra!».



3.

Mio Çid Ruy Diaz por Burgos entrava,
en su conpanna LX pendones.
Exienlo ver mugieres e varones,
burgeses e burgesas por las finiestras son,
plorando de los ojos tanto avien el dolor.
De las sus bocas todos dizian una rrazon:
«¡Dios, que buen vassalo! ¡Si oviesse buen sennor!»

Myanmar

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Imagen de Red.Pilgrim.


Hearth of Myanmar.

La revolución azafrán (Myanmar)

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Visten de naranja, se han rapado el pelo y caminan silenciosos a pesar de los soldados, las balas y los toques de queda. Se les unen muchos, miles, porque recuerdan que los monjes servían como intermediarios entre el pueblo y los reyes; porque protestaron contra el colonialismo británico (y los ingleses se largaron, como siempre, por la puerta de atrás), para pedir una democracia y por la subida del precio de los carburantes. No hay dinero para sanidad ni para educación. Mucha gente no puede comer dos veces al día. Los militares son caros: es una ley histórica.

La llaman la revolución azafrán, pero aún no ha revuelto nada. Tampoco revolvió nada el arresto domiciliario de Ang San Suu Kyi, que dura cuatro años, ni una dictadura militar de décadas. Sólo que ahora ocupan las primeras páginas de los periódicos, se busca un gentilicio para los habitantes de Myanmar (a los que se les sigue llamando birmanos) y se habla de los monjes y su historia. De que a las protestas se las responde con trincheras.

Dentro de un tiempo, que será poco, Myanmar pasará a ser una columna en página par a la derecha. Con ciertos temas siempre ocurre lo mismo. Idéntico comportamiento editorial para Asia que para África: las dictaduras, el hambre, algunas guerras, sólo son noticia cuando no hay noticias.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Michelena

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En Pontevedra hay una librería que se llama Michelena, como la calle en la que está. Es un pasillo interminable, largo y estrecho, porque en medio de las estanterías de madera hay torretas con más libros. Aquí ensayos literarios, allí novela, allí poesía, aquí los libros en gallego, los cuentos, las revistas especializadas, el estante de Periférica casi vacío, la sección de cine, la de música, la de fotografía, la de historia... Los dependientes saben quién escribió qué, dónde está, cuántos ejemplares quedan: los ves andar de un lado a otro, con libros en las manos, leyendo en sus ratos libres, aconsejando a los clientes y dejándoles tranquilos para que, ellos también, hojeen y lean.

A mi hermano, que toca la gaita -en el casco antiguo de Cáceres, cuando va- y que aprende gallego, le gustaría montar una librería y conoce la Michelena de cabo a rabo. Recorro su biblioteca, entre Mr. Potato de La Guerra de las Galaxias, guerreros de Xi'an, grabados japoneses, katanas, hadas y recuerdos de las bodas de los amigos. Mucha poesía, mucho clásico de siglos, todo Shakespeare, mucho Quevedo, Propp, Pushkin, Las Mil y Una Noches, Quino, Séneca. Títulos imprescindibles y títulos que desconozco.

Cuando entro en una librería me da un penterre. Porque allí están: los que me faltan de Dickens -Casa desolada, Los Papeles Póstumos del Club Pickwick, La Pequeña Dorrit, La tienda de antigüedades, David Copperfield-; los que me faltan de Dumas -El Vizconde de Bragelonne a la cabeza-; los que me faltan de todos -Goytisolo, Colinas, Kertész, Grossman, Byron-. Ahí están y yo no tengo tiempo.

Atesoro libros como otros descargan películas que no podrán ver nunca. Y la vida se diversifica y compro tres manuales de fotografía porque quiero aprender a mirar a través de un objetivo y que una imagen mía también cuente una historia, y voy al gimnasio por pura y dura cuestión de kilos y sedentarismo, y voy al cine y al teatro y no hay nada que me guste más que ver a mis amigos y hablar, hablar, hablar...

Y procuro arañar el tiempo. Porque, además y lo confieso, soy de esa clase de mujeres que salen de compras cuando están estresadas (mi último estrés: Stevenson y Barrie. El penúltimo: Galeano, Wilde, Andersen y Conrad). Y espero la ocasión propicia para abrir cada uno de ellos, en silencio, pasando hojas, cerrando páginas. Y, mientras espero, porque calculo que hay unos 400 libros de mi biblioteca que aún no he abierto, sigo comprando y me da un penterre cuando entro en una librería. Porque allí están: Johnson, Arendt, Rilke, Proust, Habermas, Goethe, Cummings, el María Moliner... Allí están ellos, con sus cantos de sirena malditos, porque un día cogieron una pluma de ave, un bolígrafo, un ordenador, y emborronaron cuartillas y crearon versos y respondieron a todas las preguntas.

Y tú estás allí también, intentando resistirte, me harían falta unos zapatos de entretiempo, tengo que ahorrar para el carnet del coche, que me está costando una pasta; o para un piso algún año de éstos, o para viajar, o para ir de copas...

Y al final, piensas: qué coño.

Cada uno tiene sus vicios.

Imagen del marcapáginas de Óscar Villán. El resto está cogido de la página web de la propia librería.

domingo, 23 de septiembre de 2007

A él sí

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Huele a marea baja, a ría, a dulce, a cuidado, a serenidad, morriña y tristeza. Él habla bajito, sabe dónde está y lo que quiere y que la quiere con locura. "Te gustará conocerle. A él sí" y, cuanto más le conozco, más me gusta. Me gustan su calidez, su entrega, su forma de mirarla, la expresividad de sus ojos, la media sonrisa cuando dramatiza o miente, la disposición, las manos rudas que abrazan y tocan.

No sé qué hace que dos personas se fundan. Que puedan seguir juntas a pesar de la vida individual de cada uno, que se comparte cuando se puede y como se puede. Que el amor no desaparezca: que se afiance y se pruebe y se cribe. No sé qué lo provoca pero, cuando veo a quienes acompañan a algunos de mis amigos, me alegro de que sean ellos y no otros. Me alegro de que sea él, de que sea él el compañero, el amigo, el amante. De que la búsqueda intermitente haya sido tan fructífera y de que, ahora, el amor se les pueda tocar y sea tan denso, tan palpable, tan vivo.

Imagen de Selva de Esmelle.

sábado, 22 de septiembre de 2007

No te vayas

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Por favor, no te vayas...

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Te quiero

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No se puede desterrar el miedo, ni la angustia de la espera, ni el deseo de (buenas) noticias, ni las elucubraciones; ni podrás hacer nada para calmar el dolor, salvo estar y abrazar, ni vencerás la impotencia ni la rabia ni la pena ni sabrás contestar a las preguntas.

Sólo escribes, como si fueran posible las palabras. Y, cuando ya sabes, quieres que diez horas y media de viaje pasen pronto y abrazarla y abrazarlos y fundirte. No vamos a calmar el dolor, porque sólo podemos hacer eso. Abrazar, decir te quiero y volver a abrazar y esperar y repetir te quiero y abrazar.

No podemos hacer nada, pero queremos estar para hacer sólo eso. Estar, abrazar, decir te quiero y volver a abrazar fuerte, muy fuerte.
Ya sabes: que no puedas respirar.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Eurobasket. Una angustia.

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Cuando era pequeña, vi algún All Stars, alguna exhibición de la NBA y a Michael Jordan y a Magic Johnson, pero sólo soñé con Larry Bird. Después de él, ninguno. Iván, FLaC, David_Holm, (me) hablan de baloncesto: alguno de palabra, por pasión y por trabajo; otros escribiendo.

Vi los cuartos y la final. Me pegué a La Sexta, a su manía de hablar con todos los famosos que hay en las gradas y a sus problemas de conexión y lo único que he descubierto, además de que no aguanto a los locutores deportivos, ni sus gracias, ni sus bromas, es que aficionarse a un deporte con tanto ritmo es una auténtica angustia. Aplaudes cuando una bola naranja entra en un agujero; gritas falta cuando, milagrosamente, han cometido una -y sí es un milagro: yo no sé qué es una falta-; opinas sobre el cansancio de Pau Gasol porque ves al pobre crío sudando a chorros y con las aletas de la nariz abiertas y boqueando; te preguntas qué les dirá Pepu Hernández -sí, te has aprendido el nombre- en los tiempos muertos y descubres que en dos segundos se puede conseguir la gloria. No sólo eso: abres el periódico -"el periódico" siempre es El País- y te lees de cabo a rabo una entrevista con Calderón. Y no porque sea extremeño, que a ti eso no te importa lo más mínimo, sino porque encesta y porque todos dicen que ha sido la pieza clave.

Y te entra taquicardia.

Porque al fútbol, yo, no le cojo el punto, por más intentos de un amigo mío. Al fin y al cabo, pueden estar noventa minutos sin meter un gol. Nada que ver con un 80-63, un 92-85, un 60-59. Nada que ver con criticar a los diarios deportivos, que dedican la portada al fútbol también el día de la final España-Rusia; ni a los informativos que abren la sección con los premios que ellos retransmiten para no darle publicidad a otra cadena y que olvidan que se deben a sus telespectadores y no a su empresa -ah, la eterna lucha, como la de la nivelación- y preguntas y hablas... y te emocionas porque descubres a Ademola en un partido y así se llama un gato que te gusta y...

Y qué coño. Te fijas en otras cosas.

Porque una tiene ojos en la cara y cierta sensibilidad, ya saben, y cierto gusto estético y hasta lloró cuando vio Las Meninas por vez primera y...

Hay que ver lo bueno que está Marc Gasol.

domingo, 16 de septiembre de 2007

¿Una copa?

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Me apetece emborracharme contigo...

Y llora y se desnuda

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Comparte profesión y sueños con cuatro o cinco personas que ven todo de otro modo. O, al menos, eso es lo que percibe. No sabe hacia dónde van, o son ellos los que no lo saben: porque no sienten de la misma forma, ni utilizan igual las palabras, ni saben describir de qué están hechos, ni cuál es el proyecto, ni qué pieza engarza, ni a qué amores se deben. Ni a qué preguntas deberían responderse, ellos, todos.

Por eso a veces no sabe siquiera cómo expresarlo. Y llora y se desnuda.

Reloj...

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... no marques las horas.

Textos de amor en prosa para boda

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Pues eso. Que necesito textos de amor en prosa para una boda por lo civil. Nada de cosas ramplonas: es para los amigos de una amiga mía, que tenía un texto precioso de Rosa Montero que no encuentra...

sábado, 15 de septiembre de 2007

¿Quieres?

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¿O no te atreves?

Tú / Yo

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Fúmate un cigarro.

Fúmate un cigarro conmigo.

Esquinas

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Imagen de Jen Elvira.

Resulta que en todas las esquinas hay un rumor de pasos...

Andrés Aberasturi

El baile más antiguo del mundo

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El beso, el abrazo, la caricia, el tacto de una lengua húmeda y dulce, la mirada, las manos que no saben dónde posarse, los susurros, la miel y el agua, la boca que apresa otra boca, los mapas, las yemas de los dedos, el mordisco, el ardor, la calma, los vaivenes, las palabras, la bañera y el colchón, las risas, el ruido, un gemido imperceptible, el estallido de los músculos, el reconocimiento, el cansancio, la entrega.

Me lo dijeron una vez.

Es el baile más antiguo del mundo.

A Sorrow, porque también le gusta bailar.

Imagen de 3amfromkyoto.

Irás

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Irás. Como siempre, ya lo sabes.
Y repondrás las fuerzas.

Escribir

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Escribir pese a todo, pese a la desesperación...
Marguerite Duras.

"Como si se lo contaras a tu abuela"

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"Cuéntalo como si se lo contaras a tu abuela". Ésa es la primera consigna. Que no haya que coger el diccionario, que uses un lenguaje ramplón, muy llano, muy analfabeto. La eterna lucha entre la nivelación por arriba y por abajo. Que soy muy literaria, que ahora es un insulto; que hablo de películas como Ordet y de canciones como Hallelujah y que todas mis piezas van con música clásica.

"Como si se lo contaras a tu abuela", me repetían. La tercera vez, alcé los ojos. Y conté, yo. Que a mi abuela no la dejaron estudiar Derecho y tuvo que ser maestra, que era más acorde con eso de ser mujer. Que fue la número uno de su promoción. Que dirigió, en la sombra, alguna que otra institución educativa (el famoso fue su marido, por supuesto). Y que era roja como la sangre roja y parió nueve hijos sin instinto maternal alguno y fue invisible para todos, pero tenía una mente privilegiada que fagocitaron su femineidad y su época. Por este orden.

Y que, desde que comencé a trabajar, eso es lo que hago y no otra cosa. Contarlo como si se lo contara a mi abuela.

Imagen de Héctor_LP.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Otoño

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Llega el otoño y llegan las lluvias. Es mi estación favorita del año, la única que saludo y me espolea. A los demás les causa la primavera el mismo efecto, pero yo renazco cuando todo muere. Hubo un tiempo en que el inicio del año lo marcaba septiembre. Luego comencé a contar las ciudades: ellas eran mis épocas. Pero siempre el otoño me revuelve, siempre lo agita todo: la luz amarilla, el ocre de los árboles, las hojas caídas a montones, el olor a tierra mojada, comenzar a abrigarse, la primera tarde en casa leyendo con la lluvia golpeando los cristales, los relámpagos tardíos, la tormenta, la niebla.

Bienvenido, otoño.

A Nerea, como siempre.

(Y sí: ya sé que aún estamos oficialmente en verano. Pero hoy llueve en muchas partes).

Imagen de Panos_r.

¿Vamos?

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¿A dónde me llevas?

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Olores

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A bosque.


A cuscús.



A mar.


A naranjas maduras.


A libro.


A tinta.



A mercado.

Imagen de zwigmar

A jara.


A tierra mojada y a invierno.

Imagen de hcm80

A café.

Imagen de one2c900d


A ti.

martes, 11 de septiembre de 2007

El final de dos meses

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Hoy he vuelto a pasear por la Alcazaba. Cuando me fui, todavía estaban las banderolas del Festival de Teatro Clásico y la ciudad me ha parecido desnuda. En estos meses, ha habido un reencuentro, alguna bronca y muchas palabras. Aquí un reportaje, allí una crónica, un cierre, una entrevista. Algunas buenas charlas cuando se pulsa el botón de Stop, que me llevo yo y nadie más, muchas miradas, el descubrimiento de la danza como conciencia de un cuerpo que se niega, El Novio de la Muerte, muchas comilonas, alguna obra infumable de la que no he querido hablar aquí (pero sí en comentarios de otro blog) y gente que entra y sale de tu vida sin tiempo para más y que son atrayentes por el humor, la claridad, la inteligencia. Ahora echaré de menos ver a un tipo que va a ser padre y que imita a Cesc Gelabert y el movimiento abstracto; las sonrisas de los niños cuando se les cuentan mitos; poner verde a ciertas divas sin más oficio ni beneficio que ser tuertas en un país de ciegos; acostarme a las cuatro de la mañana; preguntarle a Tiresias su opinión y confesar que no quiero volver a ver una obra de teatro en, al menos, dos meses. Lo que sí quiero son los encuentros rápidos, las risas, probarle los micros a Luismi, sentir un cosquilleo en el estómago por el estreno de una obra, los descubrimientos, sentirme chiquita. Y el vino.
¿Nos vemos el año que viene?

Imagen de Capitán Patata.

Ajedrez II

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Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(La sentencia es de Omar)
de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo, tiempo, sueño y agonías?
Jorge Luis Borges

lunes, 10 de septiembre de 2007

Hola

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Imagen de b_highdi


¿Y tú qué miras?

domingo, 9 de septiembre de 2007

Quiero hacer contigo...

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Imagen de Carza1314n

...lo que la primavera hace con los cerezos.
Pablo Neruda